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Podríamos decir, que pese a la parodia de la pobreza, el humor punk era afiladísimo, que bajo el maquillaje del payaso se traducía el rostro desfigurado del capitalismo, que más allá de las payasadas de circo siniestro latía una enérgica condena de una sociedad fragmentada y desigual. Sin embargo, si forzamos la cosa y describimos la música punk como "el sonido del modo de vida occidental" o el pogo como "el salto de la viviendas baratas", o hablamos del bondage como "reflejo de la escasez de oportunidades de los jóvenes de clase obrera", estaremos ya pisando un terreno menos seguro. Semejantes lecturas son a la vez demasiado literales y demasiado conjeturales. Son extrapolaciones de la prodigiosa retórica de la propia subcultura, y la retórica no es de fiar.

Cuando llegamos a los elementos específicos es cuando empiezan a surgir los problemas. ¿Que se prentendia expresar, por ejemplo, con la esvástica? Sabemos que el símbolo llegó a los punks a través de Bowie y la fase "Berlin" de Lou Reed. Así mismo, está claro que reflejaba su interés por una Alemania perversa y decadente, una Alemania no future. Evocaba una época con fragancia de una potente mitología. Convencionalmente, para los británicos, la esvástica significaba "el enemigo". Sin embargo en el mundo punk el símbolo perdió su significado natural: el fascismo. Ellos no solian simpatizar con los partidos de extrema derecha. Por el contrario el conflicto con los teddy boys de segunda generacion y el generalizado apoyo al movimiento anti-fascista (por ejemplo la gira Rock Against Raciscm) parece indicar que la subcultura punk se desarrolló en parte como respuesta antitética al resurgir del racismo a mediados de los 70. Sólo nos queda entonces, la explicacion mas obvia: que la esvástica se llevaba porque era garantía de escándalo (cuando en el Time Out del 17 de diciembre de 1977, le preguntaron a una punk por qué llevaba la esvástica contestó: "es que a los punkies nos gusta que nos odien". En última instancia, el símbolo era tan absurdo como la ira que despertaba y fue explotado como efecto vacio. La clave del estilo punk nos sigue resultando, pues, esquiva. En vez de alcanzar un punto en el que podemos empezar a entender el estilo, hemos alcanzado el lugar en el que el sentido mismo se desvanece.
 


"Los punkies son negros"
Richard Hell, NME 15/10/1977

Para los miembros de la subcultura existían objetos en donde podían ver mantenidos y reflejados sus grandes valores. Como ejemplo de ese principio se citaba a los skinheads. Las botas, los tirantes y el pelo rapado sólo se consideraban apropiados y por consiguiente significativos porque comunicaban las deseadas cualidades: "dureza, masculinidad y pertenencia a la clase obrera".

Mientras que los skinheads teorizaron y fetichizaron su situación de clase para consumar un "mágico" retorno a un pasado imaginario, los punks se dislocaron a sí mismos y sobrepasaron la comprensión del hombre y la mujer de la calle, yendo hacia un futuro de ciencia ficción. Exacerbaron su otredad, "aconteciendo" en el mundo como alienígenas inescrutables.

Si tuviera que elegir un epitafio para la subcultura punk, lo mejor sería repetir la célebre máxima de Poly Styrene: "Oh bondage, up yours!" ("Oh bondage, me cago en vos!") o siendo algo más exactos: lo prohibido está permitido pero, de igual modo, nada, ni siquiera esos significantes prohibidos son sagrados o inmutables.

El término punk, como el funk y el superbad de los negros americanos, parecería formar parte de ese especial lenguaje de la fantasía y la alienación donde los valores son invertidos y donde terrible alude a algo excelente.

Por otro lado, es altamente improbable que los miembros de alguna de las subculturas se reconocieran reflejados en alguna descripción. Menos probable es aún que saludaran cualquier esfuerzo de comprenderlos por nuestra parte. Al fin y al cabo, nosotros, los simpatizantes del mundo normal, amenazamos con aniquilar, a base de amabilidad, esas formas que tratamos de elucidar. Siendo como es el primer impulso del hombre negro de Fanon "decir NO a todos los que intentan definirle", no debería sorprendernos que nuestras lecturas sean juzgadas por los miembros de una subcultura con la misma indiferencia y desprecio que ostentan las etiquetas hostiles que les son impuestas por la prensa y los tribunales. En este sentido, comprensión e incomprensión acaban siendo, en cierto modo, la misma cosa.
 


el llamado mundo virtual es una forma de exotismo
que puede equipararse con el colonialismo,
es el recurrente mito de otro planeta deshabitado.

Cuando el desplazamientono es necesario, el desarrollo de la inercia, del cocooning, es temible.

Generaciones que pueden experimentar
 un sentimiento de "gran encierro",
de un planeta muy pequeño

temible polución distante
para el colectivo imaginario del mañana.

La hipervelocidad nos acerca a la hiperinmovilidad
en un mundo comprimido y asfixiado.