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los objetos concretos desaparecidos son pasados en tanto que forman parte del pasado concreto de un superviviente. y los muertos que no han podido ser salvados y transportados a bordo del pasado concreto de un superviviente no son pasados, sino que sus pasados y ellos están aniquilados
jean paul sartre

cultura es todo lo que se agrega a una torta sin fines gastronómicos.
brian eno

Eric Satie fue el primer compositor que escribió música explícitamente como algo pensado para permanecer en un segundo plano, como un acompañamiento a otra actividad. En 1920 compuso una pieza para cuarteto de cuerda y viento que debía ser interpretada en el intermedio de un concierto en una galería de arte de París. No estaba necesariamente compuesta para ser escuchada. No estaba ahí para ser memorable. Simplemente debía estar ahí, en un segundo plano de la actividad y la tertulia generales. La música era simplemente una serie de patrones sencillos repetidos hasta la saciedad. Frases cortas - algunas de sólo cuatro compases - que debían ser repetidas durante un número de veces sin especificar, actuando como artículos de decoración sónica. Satie compuso varias piezas en este estilo y les dio títulos como 'For An Assembly Hall', 'For A Lobby', 'For A Shop Window'. Llegó un poco demasiado pronto como para componer 'For An Airport'. Y no llamó a su música 'ambient' - para Satie era Musique d'Ameublement. Música de Mobiliario.

Satie escribió un manifiesto sobre la Música de Mobiliario: la Música de Mobiliario crea una vibración, no tiene otro objetivo, ocupa el mismo papel que la luz y el calor - que cualquier forma de confort.

Para cumplir con su función, la Música de Mobiliario no debía atraer una atención indebida sobre sí misma, y no debía ofrecer ningún apoyo a aquellos que pudieran intentar escucharla de hecho. Las piezas eran objetos musicales para usar, no trabajos dedicados a su interpretación.
No se puede decir que funcionase.
En la primera función, tan pronto como empezó la música todo el mundo paró de hablar y regresó a sus asientos, asumiendo que debían prestar atención. Satie se vio obligado a implorar a la audiencia que volvieran a lo que estaban haciendo, que siguieran hablando.'¡No escuchen!', gritó. Con el tiempo, al otro lado del siglo, la gente se acostumbraría a no escuchar la música que se oye en los espacios públicos."
del libro de paul morley "words and music"