.

.



en la New School sustituí una vez a Henry Cowell, dando una clase de música oriental. Le había dicho que yo no sabía nada sobre el tema. Me contestó: "No importa. Simplemente ve a donde están los discos. Coge uno. Ponlo y después lo discutes con la clase" Bien, Cogí el primer disco. Era un LP de un oficio religioso budista. Empezaba con un corto canto microtonal con glissandos, que se convertía en un solo ritmo percusivo repetido. Este ruido continuaba sin descanso durante unos quince minutos, sin ninguna variación perceptible. Una señora se levantó y gritó: "Quítelo, no puedo soportarlo más" Lo quité. Entonces un hombre dijo enfadado: "Por qué lo ha quitado? Me estaba empezando a interesar"

era miércoles. Yo estaba en el sexto curso. Oí que papá le decía a mamá: "Prepárate, nos vamos a Nueva Zelanda el sábado". Me preparé. Leí todo lo que pude encontrar sobre Nueva Zelanda en la biblioteca del colegio. Llegó el sábado. No pasó nada. El proyecto nunca fue mencionado, ni ese día ni ninguno de los siguientes.

hace varios siglos, en un monasterio japonés, había un monje que estaba siempre bañándose. Un monje más joven se acercó a él y le dijo: "Por qué, si no hay polvo, estás siempre bañándote?". El monje más viejo le contestó: "Sólo un remojón. No hay un por qué"
john cage, silencio, 1961 pp. 6, 93 y 272