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vean: la noción establecida de "malo" necesitaba ser redefinida. la noción de "bueno" significaba para mí cosas que sentía que debían ser destruídas (Brian Ferry, pantalones de terciopelo verde, hippies, realismo social, la bandera americana, la televisión). si yo me despertase una mañana y descubriese de que lado de la cama estuve durmiendo, se que habría una lista tanto de nombres buenos como malos. esa lista sería el principio de mi decisión de usar el mal y hacerlo funcionar de modo que en última instancia pudiese cambiar la propia cultura popular.

en esa lista había un nombre: los Sex Pistols. lancé la idea bajo la forma de una banda de jóvenes que podrían ser vistos como malos. cuando descubrí que los chicos tenían la misma bronca fue perfecto. pensé que ellos nunca podrían parar de hacerme soñar, y evitar que volviera jamás a aquello que aborrecía, la normalidad.

en ese mundo de sueño que duró quizás dos años, traté de ser muy malo. cada vez que era bueno, me daba cuenta de que no estaba haciendo las cosas para nada bien. tan pronto como algo se convertía en algo bueno (una camisa, un vestido, un local, un grupo) lo destruía de inmediato y empezaba algo diferente.

la moda para mí era en realidad lucir mal, a veces pobre, siempre lo opuesto de aquello que era aceptado. y me mantenía ocupado definiendo constantemente ese agujero en la industria de la moda y de la música, hasta que ellos decidieron de repente que era elegante usar los mismos conceptos para vender. fue ahí cuando las cosas se complicaron.

cuando hice un album hace cuatro años usando óperas, no lo hice con el propósito de parecer chic. fue porque la ópera y sus personajes parecen tan míticos y mucho más irresponsables que cualquiera de los dioses del rock n roll. no existe un personaje peor o más malo o más sexier que Carmen. Madonna empalidece en comparación. no hay un tipo más perverso que Don Giovanni. Mick Jagger empalidece en comparación. ver a esos entusiastas de la ópera matarse en sus trabajos y luego ir de inmediato al teatro a ver Carmen por milésima vez me confundía infinitamente. era claro que iban a un ritual pagano. el espectáculo operístico era como un rito dionisíaco. era otro tipo de religión, y significaba que nosotros, meros mortales que no podríamos vivir nuestras vidas como Cho Cho San, o Tosca, o Don Giovanni, podríamos exaltarnos en su paraíso de emoción. que durante 90 minutos podríamos tener un vistazo del amor y la muerte que ellos habían vivido. había algo tan fantástico para mi en ese espectáculo y esos personajes intrigantes, hechizantes y divinos que me llevaron a crear una grabación de rock n roll a partir de sus libretos.
lo que para mi fue otra forma de ser malo, y otra forma de tratar de conservar cualquier pasión que pueda haber sentido cuando desenchufé a los Sex Pistols en el momento en que habían empezado a tocar demasiado bien / malcolm mclaren de "punk and history", 1990