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sonny Sharrock manifiesta: "para mí, los más grandes artistas son aquellos que no tienen técnica". ornette Coleman responde a sus detractores diciendo: "algunos músicos dicen que, si lo que yo hago es válido, ellos no hubieran debido aprender nunca a tocar. en realidad no existe una forma válida de interpretar el jazz". Casi todos los músicos free afirman la vanidad de pasar por el aprendizaje académico occidental para interpretar la música afro-americana: su objetivo no es ejecutar las obras de los compositores clásicos europeos, sino interpretar/crear sú música. De ahí que utilicen a menudo de una forma muy poco ortodoxa sus instrumentos, que sientan la necesidad de sobrepasar los límites instrumentales. Lo que era accidente o excepción se convierte así en una nueva posibilidad sonora: los chirridos de la lengüeta (borrados ayer de las grabaciones de Charlie Parker, en tanto que defectos u errores) son aceptados, valorizados como parte integrante del discurso; los efectos de pifia al soplar, los ruidos considerados hasta ahora como parásitos de la pureza sonora son utilizados y trabajados; el llegar más allá del campo de acción usual (registros superagudos, ruidos "inconguentes", choque de las llaves del saxofón, etc) son constantemente requeridos; las cuerdas del piano son golpeadas directamente (sin pasar por el intermediario que el teclado), y las del contrabajo vibran a golpes de arco... los sonidos, afirma Albert Ayler, se convierten en más importantes que las notas, y el músico parece burlarse más que nunca de que sean (juzgadas) buenas o malas.
philippe carles y jean-louis comolli: free jazz black power, 1971, pp.271