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sobre "el libro de la máquinas" (1872) de Samuel Butler / es cierto que este texto parece oponer primero tan sólo las dos tésis ordinarias, una según la cual los organismos no son por el momento más que máquinas más perfectas, la otra según la cual las máquinas nunca son más que prolongaciones del organismo. más existe una forma butleriana de llevar cada una de las tésis a un punto extremo en el que ya no pueden oponerse, un punto de indiferencia o de dispersión.

por una parte, Butler no se contenta con decir que las máquinas prolongan al organismo, sino que son realmente miembros y orgános yaciendo sobre el cuerpo sin órganos de la sociedad, que los hombres se apropian según su poder y su riqueza, y de los que la pobreza les priva como si fueran organismos mutilados. por otra parte, no se contenta con decir que los organismos son máquinas, sino que contienen tal abundancia de partes que deben ser comparadas a piezas muy diferentes de distintas máquinas que remiten unas a otras, maquinadas sobre otras. ahí radica lo esencial, un doble paso al límite efectuado por Butler. hace estallar la tesis vitalista al poner en tela de juicio la unidad específica o personal del organismo, y más aún la tésis mecanicista, al poner en tela de juicio la unidad estructural de la máquina.
se suele decir que las máquinas no se reproducen, o que sólo se reproducen por mediación del hombre, pero: "¿dice nadie acaso que el trébol rojo carece de aparato reproductor porque la humilde abeja, y sólo la abeja, debe servir de intermediaria para que pueda reproducirse? la abeja forma parte del sistema reproductor del trebol. cada uno de nosotros ha brotado de animalitos ínfimos cuya identidad era enteramente distinta de la nuestra, y forman parte de nuestro propio sistema reproductor; ¿por qué no habríamos de formar parte nosotros de tal sistema de la máquinas?... nos engañamos cuando consideramos una máquina complicada como si fuera una cosa única. en realidad es una ciudad o una sociedad donde cada uno de sus miembros ha sido engendrado de acuerdo con su clase o tipo. miramos a una máquina como a un todo, la llamamos con un nombre que la individualiza. cómo al mirar a nuestros propios miembros, sabemos que la combinación forma un individuo que surge de un único centro de acción reproductora, damos, en consecuencia, por sentado que no puede existir una acción reproductora que no brote de un único centro. pero el mero hecho de que ninguna máquina de vapor haya sido construída enteramente por otra, o por otras dos de su propio tipo, no es suficiente para autorizarnos a decir que las máquinas de vapor no tienen un aparato reproductor. la verdad es que cada parte de una máquina de vapor es engendrada por sus propios procreadores especiales, cuya función es procrear esa parte y solamente esa parte, mientras que la combinación de las partes en un todo forma otro departamento del aparato reproductor mecánico..." de paso, Butler encuentra el fenómeno de la plusvalía de código, cuando una parte de una máquina capta en su propio código un fragmento de código de otra máquina: el trebol rojo y la abeja, o bien la orquídea y la avispa macho a la que atrae e intercepta al tener sobre su flor la imágen y el olor de la avispa hembra.

en este punto de dispersión de las dos tésis se vuelve indiferente decir que las máquinas son órganos, o los órganos máquinas. Las dos definiciones se equivalen: el hombre como "animal vertebro-maquinado" o como "parásito afidio de las máquinas". La verdadera diferencia no está entre la máquina y lo vivo, el vitalismo y el mecanicismo, sino entre dos estados de la máquina que son asimismo dos estados de lo vivo / deleuze-guattari, mil mesetas, 1980, pp. 294-295