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cuando los músicos estuvieron listos, dí la señal con mi linterna. se hizo la presentación, se apagaron las luces y "maggie's farm" resonó en el aire de la noche. corrí directamente al foso de prensa, según los niveles actuales, el sonido no estaba particularmente alto, pero en 1965 seguramente era lo más ruidoso que nadie había escuchado. se produjo entre el público un murmullo de susto y asombro. cuando acabó la canción se escuchó un rugido que contenía muchos sonidos, ciertamente algunos abucheos pero no eran de la mayoría. hubo gritos de deleite y triunfo, también de mofa y ultraje. los músicos no se pararon a interpretarlos, simplemente saltaron a la segunda canción.

entonces alguien me dió una palmada en la espalda. "te buscan en el backstage". Alan Lomax, Pete Seeger y Theo Bikel estaban de pie en las escaleras, furiosos. "tienes que bajar el volumen. está demasiado alto". les dije que no podía hacerlo pues no podía controlar los niveles de sonido desde detrás del escenario y no disponíamos de walkie-talkie. "¿dónde están los controles? ¿cómo se llega hasta allí?", preguntó Bikel. le dije que saliera hacia el aparcamiento, girara a la izquierda, siguiera la valla hasta la entrada principal, regresara por el interior y vería la mesa de sonido a la altura de la fila G; era un trayecto de 3/4 de milla. me crucificaron con la mirada. "sé que puedes llegar allí más rapidamente", dijo Lomax. admití que normalmente saltaba la valla. por un breve instante todos imaginamos a uno de estos distinguidos y, salvo Seeger, elegantes caballeros haciendo lo mismo. entonces Lomax refunfuñó: "vete inmediatamente hacia allí y les dices que tienen que bajar el volumen. es una orden de la junta". vale, dije, y salí corriendo hacia la pila de cajas de leche que había al lado del camión de iluminación. en unos pocos segundos estaba en la mesa de mezclas.

aquello era como estar en el ojo del huracán. a nuestro alrededor la gente estaba de pie y alzaba los brazos. algunos animaban, otro abucheaban, otros discutían, otros ponían cara de loco. un solo de Kooper aullaba cortando el aire. la voz de Dylan entonó la última estrofa, lanzando las palabras al aire nocturno:


ahora se acerca el invierno
las ventanas llenas de escarcha


Grossman, Yarrow y Rothchild estaban sentados detrás de la mesa. sonriendo cual gatos maliciosos. me aproximé para darles el mensaje de Lomax. "dile a Alan que la junta está adecuadamente representada en los controles y que el miembro del consejo que está aquí piensa que el volumen es el correcto", dijo Yarrow. Y a continuación me miró y dijo: "y dile ...", y levantó el dedo medio de su mano izquierda. Grossman y Rothchild se reían cuando yo corría de nuevo hacia la valla. cuando llegué al pie de la escalera, Bikel y Lomax observaban como Seeger se marchaba en dirección al aparcamiento. no podía soportar más tiempo aquel estruendo. su esposa Toshi estaba llorando y era consolada por George. les dí a Lomax y Bikel el mensaje de Yarrow, sin el dedo. Maldijeron y se dieron vuelta, y yo volví al foso de prensa para escuchar la última canción.

hay muchos relatos de lo que ocurrió después. Dylan dejó el escenario encogiéndose de hombros mientras la gente gritaba. habiendo escuchado sólo tres canciones querían "máááás", y algunos, es cierto, le abucheaban. les había cogido por sorpresa el volumen y la agresión de la música. a algunos les encantó. otros lo detestaron, y la mayoría quedó asombrada, atónita y cargada de energía por ello. era algo que hoy damos por hecho, pero totalmente nuevo entonces: letras no lineales, una actitud de desprecio total por la expectación y los valores establecidos, acompañado todo ello de una ululante guitarra blues y una potente sección rítmica, ejecutado por chicos jóvenes a volumen ensordecedor. los Beatles todavía cantaban canciones de amor en 1965, mientras que los Stones tocaban una especie de pop sexy de raíces blueseras. esto era distinto. esto era el nacimiento del rock.

detrás del escenario, el ambiente era sombrío y silencioso: los viejos intérpretes en una zona, los jóvenes en otra. el sentido de muchos acontecimientos clave aparece sólo retrospectivamente, en esta ocasión estaba clarísimo. los de la vieja guardia bajaban la cabeza derrotados mientras que los jóvenes, lejos de mostrarse triunfantes, parecían abatidos. se habían dado cuenta de que su victoria entrañaba la muerte de algo maravilloso. aquellos jóvenes parecían rebeldes que hubieran estado buscando algo que romper y se hubieran dado cuenta, al ver los pedazos, lo hermosa que había sido la cosa. el mundillo de los festivales ya nunca sería el mismo, tampoco la música popular o la "cultura juvenil". cualquiera que estuviera interesado en retratar los años 60 como un viaje del idealismo al hedonismo podría fechar su momento bisagra en Newport, hacia las 21:30hs del 25 de julio de 1965.

(...) volví a casa manejando, pensando con tristeza en Pete Seeger. dudaba que jamás llegara a entender lo que había ocurrido. no tenía sentido preguntarse si había sido algo positivo. todo lo que podíamos hacer era seguir sus ramificaciones hacia el futuro.

joe boyd, de su libro "blancas bicicletas: creando música en los 60", 2006, pp. 104 a 108