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yo escuchaba desde la sala de control del estudio mientras los modos de alteración de la conciencia pasaban de la hierba, el hachís y el ácido a la heroína y la cocaína en los 70. todas, salvo la última, eran en ocasiones beneficiosas para la música. nunca he visto que la cocaína mejorara nada. cuando aparecían las rayas blancas, se acabó la sesión: la música solo podía ir a peor. si también yo tomaba, al apretar el play al día siguiente era la prueba del deterioro tanto de los músicos como de mi capacidad crítica para juzgarles. sospecho que el aumento de la popularidad de la cocaína explica, en parte al menos, porque tantos grandes artistas de los 60 hicieron discos tan malos la década siguiente.

(...) la atmósfera en que floreció la música en los 60 tenía mucho que ver con la economía. era una época de prosperidad sin precedentes. se supone que ahora la gente tiene mayor riqueza; sin embargo la mayoría piensa que no tiene suficiente dinero y el tiempo es un bien todavía más escaso. la predicción de que, liberados del trabajo por los ordenadores, en el nuevo milenio nuestro mayor dilema sería como llenar las interminables horas de ocio, ha resultado ser el chiste menos divertido de la futurología.

joe boyd, de su libro "blancas bicicletas: creando música en los 60", pp. 247 y 248, 2006