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advertir en El Castillo "la epopeya del desempleado", o "la del judío perseguido"; en El Proceso "la del acusado en la era burocrática"; no es enteramente injustificado. pero esto lleva a Carrouges al examen de la posibilidad comunista: "hubiera sido fácil -nos dice- relevar a Kafka de toda acusación de ser contrarrevolucionario si hubiéramos querido admitir, tanto para él como para los otros, que se limita a pintar el infierno capitalista". Añade: "si la actitud de Kafka es odiosa para tantos revolucionarios no es porque no plantea explícitamente el problema del burócrata y de la justicia burguesa, que ellos hubieran suplido de buena gana, sino porque plantea el problema de toda justicia falsa y de toda burocracia". ¿Kafka quería poner en evidencia particularmente esas instituciones, a las que debíamos sustituir con otras menos inhumanas? Carrouges escribe: "¿no aconseja la rebelión? pero tampoco la rechaza. sólo verifica el aplastamiento del hombre: el lector debe sacar las consecuencias. ¿y cómo no rebelarse contra el odioso poder que impide al obrero ponerse a trabajar?" creo, por el contrario, que en el Castillo no existe siquiera la idea de rebelión. Carrouges lo sabe, por eso dice: "la única crítica que puede hacerse a Kafka, sería ser escéptico ante toda acción revolucionaria, porque plantea problemas no sólo de índole política, sino humanos y eternamente posrevolucionarios". pero todavía es poco hablar de escepticismo y conceder a los problemas de Kafka algun sentido sobre el plan en el que la humanidad actúa y habla de política.

lejos de ser inesperada, la hostilidad comunista está vinculada a una manera esencial de comprensión de Kafka.

aparentemente, la actividad eficaz elevada al rigor de un sistema fundado en la razón, como en el comunismo, es la solución a todos los problemas, pero no puede ni condenar absolutamente, ni tolerar en la práctica la actitud propiamente soberana. esta dificultad es grande porque no advierte nada en los valores irracionales, en donde la vida lujosa, inútil, y el infantilismo se iluminan, salvo el interés particular que se oculta.

(...) el comunismo es, en principio, la negación plena, lo contrario de la significación de Kafka.

georges bataille, la literatura y el mal, 1957, pp. 121-122