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el destino de la mujer es gobernar al hombre. no sevirle, halagarle ni depender de su guía. tampoco insultarle, despreciarle ni estereotiparle como agresor. los hombres gays y los artistas crean un reino apartado del poder de la mujer, pero la mayoría de los hombres exigen que las mujeres los dirijan y los relacionen con el inframundo de la verdad emocional.

uno de los descubrimientos más sorprendentes de mi vida se produjo cuando comprendí que las mujeres más fuertes del mundo no son lesbianas, sino mujeres heterosexuales que saben cómo manejar a los hombres. empezó con mi desilusión con Martina Navratilova, la niña mimada del mundo lésbico, que solía simbolizar para mi la nueva militancia atlética de mi generación de feministas. su rival Chris Evert, era la niña bonita católica, la beatita a quien yo aborrecía, ya que era todo lo que las que habíamos sido criadas en los cincuenta se suponía que teníamos que ser. sin embargo, acabé por comprender que Chris era la más fuerte de las dos, que Martina tiene una vena infantiloide y que ese infantilismo es inseparable de su lesbianismo.

en momentos clave de partidos importantes, Martina echaba un vistazo a las gradas y se encogía de hombros o sonreía avergonzada a Judy Nelson, su amante rubia y madura, que asentía y aplaudía como una profesora de jardín de infantes. eso me ponía enferma. ¿por qué la primera amazona de nuestra era necesitaba una figura maternal sustitutoria? cuando las cosas iban mal, Martina no podía disimular su autodesprecio; la máscara de fuerza se hacía anicos, y se ponía hecha un basilisco. mientras Chris Evert nunca tenía ataques de ira, ni se quejaba de las adversarias, ni culpaba a los árbitros. una señalización equivocada provocaba una mirada de acero, como mucho. Chris se comportaba como una adulta, aceptando la plena responsabilidad de su actuación y su comportamiento.

La elegante Chris Evert es mejor ejemplo para las jóvenes que Martina, cuya musculatura masculina hiperdesarrollada es una compensación de su interior de merengue.

camille paglia, frags de "vamps & tramps. más allá del feminismo",1992, 151-152