sábado, diciembre 27, 2008 6:43 a.m.
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"Los punkies son negros" Richard Hell, NME 15/10/1977
Para los miembros de la subcultura existían objetos en donde podían ver mantenidos y reflejados sus grandes valores. Como ejemplo de ese principio se citaba a los skinheads. Las botas, los tirantes y el pelo rapado sólo se consideraban apropiados y por consiguiente significativos porque comunicaban las deseadas cualidades: "dureza, masculinidad y pertenencia a la clase obrera".
Mientras que los skinheads teorizaron y fetichizaron su situación de clase para consumar un "mágico" retorno a un pasado imaginario, los punks se dislocaron a sí mismos y sobrepasaron la comprensión del hombre y la mujer de la calle, yendo hacia un futuro de ciencia ficción. Exacerbaron su otredad, "aconteciendo" en el mundo como alienígenas inescrutables.
Si tuviera que elegir un epitafio para la subcultura punk, lo mejor sería repetir la célebre máxima de Poly Styrene: "Oh bondage, up yours!" ("Oh bondage, me cago en vos!") o siendo algo más exactos: lo prohibido está permitido pero, de igual modo, nada, ni siquiera esos significantes prohibidos son sagrados o inmutables.
El término punk, como el funk y el superbad de los negros americanos, parecería formar parte de ese especial lenguaje de la fantasía y la alienación donde los valores son invertidos y donde terrible alude a algo excelente.
Por otro lado, es altamente improbable que los miembros de alguna de las subculturas se reconocieran reflejados en alguna descripción. Menos probable es aún que saludaran cualquier esfuerzo de comprenderlos por nuestra parte. Al fin y al cabo, nosotros, los simpatizantes del mundo normal, amenazamos con aniquilar, a base de amabilidad, esas formas que tratamos de elucidar. Siendo como es el primer impulso del hombre negro de Fanon "decir NO a todos los que intentan definirle", no debería sorprendernos que nuestras lecturas sean juzgadas por los miembros de una subcultura con la misma indiferencia y desprecio que ostentan las etiquetas hostiles que les son impuestas por la prensa y los tribunales. En este sentido, comprensión e incomprensión acaban siendo, en cierto modo, la misma cosa.
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