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en la película Volga Volga los pobres son presentados como los oprimidos por el aparato del Partido, luchando contra la burocracia y el orden establecido. Stalin vió esta película 70 veces y cada vez que la veía aplaudía a la pantalla, a su burocracia siendo atacada, aunque se encontrase él sólo en la sala. Stalin se veía a sí mismo también como un conspirador, como un conspirador contra el aparato de su Partido, contra su Estado, pero un conspirador al servicio de una buena causa.

Stalin, como Mao, trabajaba de noche y dormía de día. Esto es típicamente diabólico, y era un hecho conocido por todos. También llamaba por teléfono a la gente de noche y las sacaba de la cama, y por el día tenía un humor de perros, ya que había pasado la noche de un tirón. Tenía ese célebre sentido del humor, en una conversación podía hacer una de esas significativas pausas y decir cosas como: “Apreciamos mucho al camarada Bujarin” mientras firmaba su pena de muerte con una sonrisa en los labios. Siempre había ironía, juego demoníaco, siempre doblez y practicaba un ejercicio de poder vampírico. Eso significa que él siempre se encontraba del lado de la última conspiración contra el propio sistema, contra el propio país, pero si lo hacía, era para proporcionarle sentido al proletariado del país. Se daba una situación que para algunos espíritus escritores y artísticos era muy estimulante. ¿Qué era Bulgákov sino el escritor, el maestro de todos los significados? Bulgákov es un conspirador contra el lenguaje. El lenguaje es ante todo un bien colectivo, una competencia general. Los hombres creen poseerlo, creen entenderlo. El lenguaje es transparente. El lenguaje aparece, en primer lugar, como el lugar preferente de la democracia. Pero el escritor sabe que ése no es el caso, cuando él, como señor, como maestro del lenguaje, toma posesión individual del mismo. Empieza por alterar el lenguaje, y hacerlo ambiguo. En su sistema artístico cada palabra tiene otro significado. Cada palabra pierde su transparencia generalmente admitida y se torna esquizofrénica. A través de esta esquizofrenia, a través de esta conspiración contra la transparencia admitida del lenguaje, se convierte en el maestro de la conspiración del lenguaje, y también en el señor secreto de esta fuerza conspirativa subterránea del lenguaje, de su ambigüedad, y por esa razón espiritualmente afín al gobernante de una conspiración secreta. Se trata en realidad de una figura con dos formas. El sueño de muchos de los contemporáneos de Stalin y Bulgákov era reunir estas dos formas separadas
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