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1979
Qué inseguridad, cuando se vivía sin teléfono. No se sabía nada durante mucho tiempo.
Y, sin embargo, la preocupación por otros seres humanos no ha disminuido.
Quizá incluso es mayor, ya que crece con cada llamada infructuosa.
La muerte es tan rápida como una llamada.
La inmediatez de la comunicación recuerda en todo momento a la muerte.
Lo que debe tranquilizarnos se convierte primero en sobresalto.




















octubre 1940
He aquí la prueba de que todo en ti es orgullo. Ahora que has reconquistado el permiso de telefonearle y escribirle, no sólo no lo haces, sino que siquiera sientes la necesidad ardiente de hacerlo. Lo cual podría ser también la prueba de que en todas las cosas buscamos solamente la posibilidad futura. Si sabemos que podremos hacer una cosa, estaremos contentos y acaso ni siquiera la hagamos.