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cuando los músicos estuvieron listos, dí la señal con mi linterna. se hizo la presentación, se apagaron las luces y "maggie's farm" resonó en el aire de la noche. corrí directamente al foso de prensa, según los niveles actuales, el sonido no estaba particularmente alto, pero en 1965 seguramente era lo más ruidoso que nadie había escuchado. se produjo entre el público un murmullo de susto y asombro. cuando acabó la canción se escuchó un rugido que contenía muchos sonidos, ciertamente algunos abucheos pero no eran de la mayoría. hubo gritos de deleite y triunfo, también de mofa y ultraje. los músicos no se pararon a interpretarlos, simplemente saltaron a la segunda canción.

entonces alguien me dió una palmada en la espalda. "te buscan en el backstage". Alan Lomax, Pete Seeger y Theo Bikel estaban de pie en las escaleras, furiosos. "tienes que bajar el volumen. está demasiado alto". les dije que no podía hacerlo pues no podía controlar los niveles de sonido desde detrás del escenario y no disponíamos de walkie-talkie. "¿dónde están los controles? ¿cómo se llega hasta allí?", preguntó Bikel. le dije que saliera hacia el aparcamiento, girara a la izquierda, siguiera la valla hasta la entrada principal, regresara por el interior y vería la mesa de sonido a la altura de la fila G; era un trayecto de 3/4 de milla. me crucificaron con la mirada. "sé que puedes llegar allí más rapidamente", dijo Lomax. admití que normalmente saltaba la valla. por un breve instante todos imaginamos a uno de estos distinguidos y, salvo Seeger, elegantes caballeros haciendo lo mismo. entonces Lomax refunfuñó: "vete inmediatamente hacia allí y les dices que tienen que bajar el volumen. es una orden de la junta". vale, dije, y salí corriendo hacia la pila de cajas de leche que había al lado del camión de iluminación. en unos pocos segundos estaba en la mesa de mezclas.

aquello era como estar en el ojo del huracán. a nuestro alrededor la gente estaba de pie y alzaba los brazos. algunos animaban, otro abucheaban, otros discutían, otros ponían cara de loco. un solo de Kooper aullaba cortando el aire. la voz de Dylan entonó la última estrofa, lanzando las palabras al aire nocturno:


ahora se acerca el invierno
las ventanas llenas de escarcha


Grossman, Yarrow y Rothchild estaban sentados detrás de la mesa. sonriendo cual gatos maliciosos. me aproximé para darles el mensaje de Lomax. "dile a Alan que la junta está adecuadamente representada en los controles y que el miembro del consejo que está aquí piensa que el volumen es el correcto", dijo Yarrow. Y a continuación me miró y dijo: "y dile ...", y levantó el dedo medio de su mano izquierda. Grossman y Rothchild se reían cuando yo corría de nuevo hacia la valla. cuando llegué al pie de la escalera, Bikel y Lomax observaban como Seeger se marchaba en dirección al aparcamiento. no podía soportar más tiempo aquel estruendo. su esposa Toshi estaba llorando y era consolada por George. les dí a Lomax y Bikel el mensaje de Yarrow, sin el dedo. Maldijeron y se dieron vuelta, y yo volví al foso de prensa para escuchar la última canción.

hay muchos relatos de lo que ocurrió después. Dylan dejó el escenario encogiéndose de hombros mientras la gente gritaba. habiendo escuchado sólo tres canciones querían "máááás", y algunos, es cierto, le abucheaban. les había cogido por sorpresa el volumen y la agresión de la música. a algunos les encantó. otros lo detestaron, y la mayoría quedó asombrada, atónita y cargada de energía por ello. era algo que hoy damos por hecho, pero totalmente nuevo entonces: letras no lineales, una actitud de desprecio total por la expectación y los valores establecidos, acompañado todo ello de una ululante guitarra blues y una potente sección rítmica, ejecutado por chicos jóvenes a volumen ensordecedor. los Beatles todavía cantaban canciones de amor en 1965, mientras que los Stones tocaban una especie de pop sexy de raíces blueseras. esto era distinto. esto era el nacimiento del rock.

detrás del escenario, el ambiente era sombrío y silencioso: los viejos intérpretes en una zona, los jóvenes en otra. el sentido de muchos acontecimientos clave aparece sólo retrospectivamente, en esta ocasión estaba clarísimo. los de la vieja guardia bajaban la cabeza derrotados mientras que los jóvenes, lejos de mostrarse triunfantes, parecían abatidos. se habían dado cuenta de que su victoria entrañaba la muerte de algo maravilloso. aquellos jóvenes parecían rebeldes que hubieran estado buscando algo que romper y se hubieran dado cuenta, al ver los pedazos, lo hermosa que había sido la cosa. el mundillo de los festivales ya nunca sería el mismo, tampoco la música popular o la "cultura juvenil". cualquiera que estuviera interesado en retratar los años 60 como un viaje del idealismo al hedonismo podría fechar su momento bisagra en Newport, hacia las 21:30hs del 25 de julio de 1965.

(...) volví a casa manejando, pensando con tristeza en Pete Seeger. dudaba que jamás llegara a entender lo que había ocurrido. no tenía sentido preguntarse si había sido algo positivo. todo lo que podíamos hacer era seguir sus ramificaciones hacia el futuro.

joe boyd, de su libro "blancas bicicletas: creando música en los 60", 2006, pp. 104 a 108
 


yo escuchaba desde la sala de control del estudio mientras los modos de alteración de la conciencia pasaban de la hierba, el hachís y el ácido a la heroína y la cocaína en los 70. todas, salvo la última, eran en ocasiones beneficiosas para la música. nunca he visto que la cocaína mejorara nada. cuando aparecían las rayas blancas, se acabó la sesión: la música solo podía ir a peor. si también yo tomaba, al apretar el play al día siguiente era la prueba del deterioro tanto de los músicos como de mi capacidad crítica para juzgarles. sospecho que el aumento de la popularidad de la cocaína explica, en parte al menos, porque tantos grandes artistas de los 60 hicieron discos tan malos la década siguiente.

(...) la atmósfera en que floreció la música en los 60 tenía mucho que ver con la economía. era una época de prosperidad sin precedentes. se supone que ahora la gente tiene mayor riqueza; sin embargo la mayoría piensa que no tiene suficiente dinero y el tiempo es un bien todavía más escaso. la predicción de que, liberados del trabajo por los ordenadores, en el nuevo milenio nuestro mayor dilema sería como llenar las interminables horas de ocio, ha resultado ser el chiste menos divertido de la futurología.

joe boyd, de su libro "blancas bicicletas: creando música en los 60", pp. 247 y 248, 2006
 


la "world music" está hecha en condiciones locales, utilizando recursos locales, pero con una comprensión del "oído internacional", con un entendimiento del universo de sonido subyacente, dentro del cual debe ser expresada "la diferencia" si es que quiere ser escuchada. el rock describe menos un estilo musical (o un contenido) que un valor auditivo.

es erróneo deducir el futuro de la música a partir de los aparatos tecnológicos como tales. la tecnología no determina la cultura, es la cultura la que determina la tecnología, frase que necesita ser repetida, dada la forma en que los publicistas, al vendernos un inacabable arsenal de bienes tecnológicos "nuevos", equiparan la tecnología con el futuro y definen el "cambio" como la compra (en vez de la utilización) de aparatos.

la tecnología no es la clave del cambio en la música. el acontecimiento más significativo de la historia de la música transnacional no fue el invento del fonógrafo, sino el desplazamiento obligatorio (como esclavos) de los africanos hacia el "nuevo mundo" y, en general, la historia de la música no puede ser separada de los desplazamientos de la población. la cultura rave británica, por ejemplo, tiene tanto que ver con el ir y venir de los jóvenes por los lugares españoles de veraneo como con los nuevos aparatos digitales.

el efecto principal de la tecnología sobre la música de este siglo no ha consistido en cambiar la música que oímos, sino en hacerla más accesible.

las grabaciones hicieron posibles captar y analizar la música mientras se ejecutaba, por lo tanto, fueron necesarias para la construcción del folk y el blues como categorías estéticas musicales. el micrófono eléctrico posibilitó captar y analizar la intimidad vocal, y fue por lo tanto, necesario para la construcción de la sinceridad como una categoría estética. la cinta magnetofónica hizo que los músicos pudieran controlar cada aspecto de su sonido, e hizo del cuidado del detalle sonoro, un tema estético. son estos principios estéticos (preocupación por lo auténtico, lo original, lo sincero, lo detallado) y no ningun sonido o estilo particulares lo que definen al rock.

actualmente no existen situaciones sin música. la música está en todas partes, ya no es una comunicación sino un vehículo para la comunicación, en las bandas de sonido, en los anuncios, como fondo permanente de cualquier actividad social o íntima.

simon frith, frags de "la construcción de la música rock como industria transnacional", en "las culturas del rock", pp 22 a 29, 1996
 


 


arrojando mis peligros delante de los cisnes.
soy un investigador. hago pruebas.
no tengo punto de vista. no me mantengo en una sola posición.
en nuestra cultura quien se mantenga en una posición fija será un simple invitado.
una vez que empiece a moveRse de un lado a otro y a cruzar fronteras,
será un delincuente, una presa legal.


el explorador es totalmente inconsistente.
nunca sabe en que momento hará un extraordinario descubrimiento.
y consistencia es un término sin sentido para aplicar a un explorador.
si quisiera ser consistente
se quedaría en casa.


jacques ellul dice que la pROpaganda empieza cuando el diálogo terMina. yo le remito Al medio y arraNco en una aventura de exploración.

yo no explico, EXPLORO.

marshall mcluhan, en "la década prodigiosa" de P. Sempere y A. Corazón, p. 176, 1976
 


Hitler no nace porque una noche determinada su padre no se acuesta con la esposa ¿por qué no se acuesta con ella? ese día, en el trabajo, ha estado todo el tiempo pensando en su mujer. sale del trabajo y encuentra a un amigo, los dos van a emborracharse y el señor Hitler llega su casa como una cuba, se duerme en el suelo y no fornica con su mujer ¿por qué encontró precisamente aquel día a su viejo amigo? éste es un hombre de campo, se le rompe la reja del arado y va a la ciudad a comprar una, y allí, encuentra al señor Hitler ¿por qué se le rompió la reja del arado? porque al arar topó con una piedra. los ejemplos son tontos pero creo que sirven. los pequeños detalles pueden cambiar una vida, la historia misma.

P: pero no todo es azar. el verano o el invierno, aunque se adelanten o atrasen un poco, no ocurren al azar.

hablo sobre todo de conducta humana, pero la naturaleza puede desencadenar el azar: una tormenta me obliga a refugiarme en una choza del campo. allí hay una pastora guapa, siento el deseo y la violo. de esa violación nace Sócrates. es hijo mío (no reconocido) pero también de la pastora y de la tormenta. si en lugar de meterme en la choza me meto en una cueva, encuentro allí un oso que me devora, y Sócrates no nace. seamos menos fantasiosos ¿por qué estoy aquí tomando una copa con ustedes? yo quería estudiar música, si hubiera sido finalmente músico no estaría aquí. estoy aquí porque un día se me ocurrió ir a la Vieux Colombier a ver una película de Fritz Lang y me interesó hacer cine. pero tampoco estaría aquí si el final de la guerra de España me encuentra en Calanda. sólo me conocerían ustedes por el libro de Sadoul: "Luis Buñuel: malogrado cineasta español, fusilado por las fuerzas franquistas".

luis buñuel, del libro "buñuel x buñuel", pp. 102, 1976
 


Volver al futuro
La ciencia ficción nos prometió un futuro de mochilas que nos harían volar, visiones olfativas e implantes mamarios a hombres. Y ahora qué?


Mirando fijamente por mi ventana en el Manhattan’s East Village el otro día, me shockeó observar que la escena callejera no difería de manera significativa de cómo la habría visto en 1967. O quizás 1947. Oh! El diseño de los automóviles quizás ha cambiado un poco, pero los vehículos propulsados a motor de combustión al nivel del suelo siguen siendo lo que tenemos alrededor, en comparación con los autos voladores o la tele-transportación. Los peatones caminan dificultosamente en las aceras y no pasan zumbando en transportadores móviles de alta velocidad. En la amistosa e indie New York incluso las ropas de la mayoría de la gente y el pelo no parecen especialmente extraños. Desde los fieles medidores del tráfico y las cajas de correo azules y robustas, a los icónicos taxis amarillos y al policía ocasional a caballo, la New York del siglo XXI se ve penosamente no-futurista. Para un fanático formado en la ciencia de la ciencia ficción como yo esto es brutalmente decepcionante.

Fechas como: “1999” “2000” y “2001” suscitan reverberaciones especiales, tanto para los fans de la ciencia ficción como para la gente común. Sin embargo hoy destilan un tenue sabor futuroide, un rastro conmovedor de lo que podría haber sido. Los hitos obvios del mundo del mañana nunca materializados: las vacaciones en la luna, los trenes transatlánticos lanzados a través de tubos de vacío a 1500 km/h. Pero la ausencia se siente igualmente en la existencia cotidiana, la manera de cocinar un huevo o de tomar una ducha no ha cambiado en nuestra vida.

Neo-stalgia, nostalgia por el futuro (o como quieras llamar a esta peculiar sensación que está lo suficientemente generalizada como para formar un mercado).


Lo que dice Wilson sobre ascensores espaciales y otras invenciones grandiosas como los espejos solares o la ciudad completamente encerrada indican cómo nuestras expectativas acerca del futuro han experimentado una alarmante reducción en las décadas recientes. Sobre todo el futuro parece infiltrarse en nuestras vidas de una manera discreta, sutil. A su manera, la miniaturización de la tecnología de las comunicaciones (celulares, BlackBerrys, etc.) y la compresión de la información (iPods, MP3s, YouTube, películas bajables, etc.) son tan vuelapelos como las estaciones espaciales y los robots que iban a ser nuestro paisaje diario en la vida del siglo XXI. Es simplemente que lo macro se ve mas impresionante que lo micro.

Los años 50 y 60 fueron caracterizados por el “pensamiento sobre el futuro”, un ethos previsor que buscó no sólo identificar resultados probables sino también dirigirlos hacia realidades preferidas. No es ninguna coincidencia que esas décadas hayan sido los años del auge para la ciencia ficción y el espíritu de novedad en la cultura general (la aerodinámica y brillante estética de la modernidad que abrazó los plásticos, las telas artificiales y el cromo como los materiales verdaderos de la nueva frontera).

Hoy parecemos tener algunos problemas para retratar el futuro, excepto en términos cataclísmicos o como un presente empeorado (ver la película de Alfonso Cuarón “Hijos de los hombres”). Nuestra inhabilidad para generar imágenes positivas y fascinantes del mundo de mañana ha sido acompañada por el desvanecimiento de la futurología como forma de no-ficción popular. Ésta continúa como disciplina académica, como investigación y especulación conducidas por “think tanks” y cuerpos financiados por los gobiernos. Pero no hay equivalentes modernos de Buckminster Fuller o de Alvin Toffler. El último, probablemente aún el futurólogo más famoso del mundo, advertía en su best seller de 1970 “Future Shock” que el cambio se movía demasiado rápido para que el sistema nervioso de los ciudadanos y los mecanismos adaptativos le hagan frente; “La Tercera Ola”, de 1980 sonaba un poco más positivo sobre las posibilidades democráticas de la tecnología.

La anticipación y la confianza de los años 50 y 60 en el futuro se apagaron en los 70: todas las ansiedades ecológicas fueron manifestadas por Neil Young en “After the goldrush” y en la película “Silent Running”, mientras que escritores de ciencia ficción como John Brunner y Harry Harrison imaginaban en novelas como “Stand on Zanzibar” y “Make room! Make room!” escenarios desoladores y arenosos para el comienzo del siglo XXI: superpoblación, contaminación y crisis del combustible. Pero los años 70 todavía contuvieron una corriente fuerte del futurismo popular, reflejada en el éxito de revistas como Omni y en la música popular del día: los sonidos electrónicos pioneros de Kraftwerk, Jean-Michel Jarre y el productor de Donna Summer, Giorgio Moroder. Fue una década conflictiva, con la nostalgia convirtiéndose gradualmente en una fuerza más dominante (“Happy Days” “Grease”, 20´s chic). Incluso la propia ciencia ficción comenzó a estancarse, siguiendo la línea de “Star Wars” y abandonando la sofisticación de los años 60 (la “new wave” del sci-fi, con sus exploraciones del “espacio interior”).

En los años 80, el pensamiento acerca del futuro en términos no negativos parecía ser casi imposible. El ayer parecía más atractivo: el postmodernismo y el reciclaje retro gobernaron la cultura popular, mientras que políticamente, los espíritus que presidieron la era: Margaret Thatcher y Ronald Reagan, se dedicaron a la restauración del viejo orden, dejando atrás las luchas de los aborrecidos años 60. El perfil de los “futurólogos” decayó, ¿puedes nombrar algo que haya escrito Toffler después de 1980?

En los 90, sin embargo, hubo un leve resurgimiento, conducido por el auge de la tecnología de la información, teorizado por revistas como Wire y Mondo 2000 y soundtrackeado por otra ola de música electrónica (the techno-tronica rave-olution). La nueva casta de futurologístas eran: clásicos optimistas de la tecnología (gee-whiz) onda Kevin Kelly, o bien, “zippies” (hippies sin ninguna tecnofobia Luddita o nostalgia de “volver a la raíces”) gente como Jaron Lanier y Ray Kurzweil. Ellos nos hablaban de todas las panaceas y maravillas: nanotecnología, realidad virtual, trans-humanismo.

Después del desmoronamiento del auge “info-tech” y del 11/9 no hemos oído ya tanto de estos digi-profetas. La futurología como género popular de no-ficción se ha reducido en gran parte a mirar las tendencias a corto plazo, al coolhunting al servicio del marketing y los fabricantes de marcas. Tomemos, por ejemplo, el libro recientemente publicado “Lo que viene: tendencias para el futuro” de Marian Salzman e Ira Matathia. Casi sin excepción, todas sus “profecías” son en realidad tendencias altamente visibles y establecidas: los wikis, blogging, los chefs célebres, el gastro-porno, la privatización del espacio, el desempleo, la prolongación de la adolescencia hasta los 30 y más allá, la población envejecida… Aparentemente el futuro cercano solo será más de lo mismo.

A lo mejor la predicción sociocultural y política es simplemente un juego de tontos. Pero tanto foco implacable en las máquinas, adminículos e innovaciones que “potencian tu vida” significa dejar de lado enteramente otro aspecto: el del “futuro no correspondido”, la consternación y la incredulidad sentida por muchos de los que vienen de los años 60 y 70, y que son testigos de una drástica desaceleración en el índice del progreso social y cultural.

Quizás las expectativas de los años 60, esa era de radicalismos desenfrenados, eran poco realistas. No obstante, si hubieses crecido, como yo, leyendo a las feministas radicales como Shulamith Firestone (quién escribió en “La Dialéctica del Sexo” que la liberación femenina vendría únicamente con la invención de un útero artificial que liberaría a las mujeres de la función procreativa) o autores de la “new wave” de la ciencia ficción como Thomas M. Disch (quién en su novela “334” imaginaba a hombres con implantes mamarios capaces de amamantar a sus descendientes) y escaneas la cultura popular contemporánea con sus competiciones de supermodels, “amas de casa desesperadas” y divas pop con poca ropa lo que sientes es sumamente descorazonador. Y esto acerca del género, apenas una de las zonas del progreso atascada y en franca regresión. Raza, derechos de los gays, drogas, igualdad socioeconómica, religión en cualquiera de estos frentes, las cosas no están ni cerca de avanzar como habríamos esperado.
¡Olvídate de la maldita mochila voladora!
¡Es la versión sociocultural del “futuro asombroso que nunca llegó” lo que realmente autoriza nuestra angustia!

simon reynolds, frags de su artículo del 2007*
 



he pasado por un período de falta de respeto al público, para poder ahora respetarlo mejor. lo cual consiste en no tratarlo más como público sino como hombre o como mujer, en donde estén, con sus problemas específicos.

vas a ver "tout va bien" con la chica que vive contigo. yo pienso que el film funciona si los divide de alguna manera, si después de verlo volvés a casa enfadados. dices: "estoy a favor porque cuando han jodido al patrón tenían razón, o, no estoy de acuerdo porque no tenían razón para joderlo así"

en resumen, te ves forzado a tu terreno verdadero de hombre y de mujer que viven juntos, al sitio en el que estás. nuestro fin es dividir a la gente, no reunirla como hace la televisión.
dividirlas para unirlas mejor.

jean luc godard, 1972, del libro de Suzanne Liandrat y J.L. Leutrat, pp 167
 


preguntamos: un clon ¿es un individuo? ¿tendrá alma? un clon hecho de mi célula ¿negaría el carácter único de mi personalidad? estas cuestiones inacabables, variaciones todas del tema de que los clones amenazan nuestro concepto tradicional de invidualidad ya han sido respondidas empíricamente. aún cuando el debate público sobre Dolly parece despreocupadamente ajeno a este hecho evidente.

conocemos clones humanos desde el alba de nuestra conciencia. los llamamos gémelos idénticos y son clones mucho más parecidos en todos sus aspectos que Dolly y su madre. sabemos que los gémelos idénticos comparten enormes semejanzas, no sólo de apariencia, sino también en tendencias generales y singularidades de personalidad. no obstante: ¿hemos dudado algunas vez de la personalidad de cada uno de los miembros de una pareja de gémelos? desde luego que no. sabemos que los gémelos idénticos son individuos distintos aunque con grandes y peculiares semejanzas. les damos nombres diferentes, se enfrentan con experiencias y destinos diferentes. sus vidas transcurren por caminos dispares en los complejos caprichos del mundo.

¿por qué hemos pasado por alto este principio central en nuestras discusiones y temores acerca de Dolly?

los gémelos idénticos proporcionan una sólida prueba de que las inevitables diferencias del entorno garantizan la individualidad y personalidad de cada clon humano.

la literatura ha reconocido tempranamente este principio. los lealistas nazis que clonaban a Hitler en los "los niños de brasil" entendieron que también tenían que maximizar igualmente las semejanzas del entorno nutricio. así pues criaron a sus pequeños bebés Hitler en familias lo más parecidas posibles al propio clan disfuncional de Adolfo; y ni uno sólo de ellos se convirtió en el monstruo quintaesencial de la historia.

la vida siempre ha verificado este principio.
Eng y Cheng, los siameses originarios y los clones más cercanos de todos, desarrollaron personalidades diferentes y divergentes. uno se convirtió en un alcohólico taciturno, el otro siguió siendo un hombre bondadoso y alegre.

aún sin tener en gran estima la individualidad de las ovejas en general podemos decir que Dolly crecerá para ser tan única y tener tan malas pulgas como cualquier oveja.

frags de stephen jay gould, "la moda de Dolly y la pasión de Luis", 1997
 


los libros que uno necesitaba antes eran dificiles de encontrar. ahora todos se consiguen en ediciones de bolsillo. la sociedad está cambiando. la informacion pertinente es dificil de conseguir. pronto estará en todas partes, inadvertida.

se tiene la tentacion de no hacer nada simplemente porque hay tanto que hacer que uno no sabe por donde comenzar. comiencese por dondequiera. por ejemplo, puesto que la electronica esta en el meollo del asunto, establézcase un voltaje mundial, un diseño unico para los enchufes y contactos. elimínecese la necesidad de transformadores y adaptadores. modifíquense, no los medios de conexion, sino las cosas que hay que conectar. la planeacion urbana es anticuada. lo que se necesita es planeacion mundial para que la tierra pueda dejar de tropezarse con sus propios pies como un pulpo. buckminster fuller usa su cabeza:
ciencia de diseño comprehensivo, inventario de recursos mundiales.
conversión: la mente gira, ya no mira de frente.
¿utopia? auto-conocimiento. algunos llegarán, con o sin LSD. ¿los otros? oran pidiendo una intervencion divina, crisis, fallas de luz...

actitud de los nuevos - hacer lo innecesario, "mover arena de una parte a otra de la playa": cerebración (celebran)

ELLA SE INDIGNO CUANDO SUGERI QUE USARAMOS UN AFRODISIACO. ¿POR QUÉ?
NATURALMENTE CONSIDERA QUE VER
TELEVISION ES MALGASTAR EL TIEMPO

john cage, frags del libro "del lunes en un año", era, 1974
 




 


Nili bat Marah Golinken es la mujer guerrera judía matrilineal del mundo del holocausto post-nuclear del libro "He, She and It" de Marge Piercy, diseñada genéticamente y potenciada tecnológicamente. La novela explora los diferentes tipos de fronteras puestas en duda cuando un golem del siglo diecisiete en el guetto de Praga, y un cyborg del siglo veintiuno en una ciudad judía de Estados Unidos, cobran vida de manera blasfema para defender a sus comunidades en peligro. Nili, al presentarse en el hogar de la anciana Malkah, quien ayudó a su compañera Avram a programar el cyborg, dice de sí misma:

"puedo tolerar niveles de bombardeo que te matarían. Vivimos en las montañas; dentro de ellas en realidad. Somos una comunidad unida de las descendientes de supervivientes isrealíes y palestinas. Cada una conserva su religión, y acata las fiestas y días de ayuno de todas. No tenemos hombres. Clonamos y diseñamos genes. Después del nacimiento pasamos por alteraciones adicionales. Nos hemos creado a nosotras mismas para perdurar, para sobrevivir, para conservar nuestra tierra. Pronto comenzaremos a reconstruir Jerusalem... Vivimos en aislamiento extremo. Tenemos una tecnología altamente desarrollada para nuestras necesidades, pero no estamos atadas a la Red. Soy una espía y una exploradora... Soy enviada como la paloma, o quizás como el cuerpo del arca de Noé para averiguar si este mundo está listo para nosotras, y también para saber si hay algo aquí afuera que podríamos querer" (Piercy 1991: 205-06)

Nili aparece en la historia en compañía de su amante Riva, una pirata de datos anarquista hija de Malkah transformada en destacada revolucionaria contra la orden corporativa transnacional que enmaraña el planeta. _Nili y Riva están comprometidas con el principio de que la información no debe ser una mercancia. En las vulnerabilidades y potencialidades de sus cuerpos alterados, estas mujeres, poseedoras de una astucia tecnológica, comprenden la unión entre alfabetización y riqueza que estructura las oportunidades de vida y muerte dentro de su mundo. Nili, Riva, Malkah y el cyborg viven sin inocencia en el régimen del tecnobiopoder, en el que la alfabetización trata sobre la unión entre informática, biología y economía; sobre el parentesco entre chip, gen, semilla, bomba, linaje, ecosistema y base de datos.

donna haraway extraído de su libro "testigo_modesto @ segundo_milenio. hombre-hembra @_conoce:oncoratón" *